El hombre medio feliz

De Raquel Valdazo

 

El hombre iba de ciudad en ciudad, de cada una aprendía nuevas formas de conocer el mundo. Siempre respetando las costumbres de cada aldea y pueblo que visitaba, el viajero proseguía contento, intentado descubrir para sí, donde se hallaba la felicidad.

 

Así un día, en una aldea supo de un hombre que era feliz. indagó donde vivía y se fue hasta él, preguntándole con humildad, si realmente era feliz y como lo había conseguido. Cuando le conoció, cual fue su sorpresa cuando supo que solo veía por un ojo, y por él solo veía cosas bonitas y positivas, y jamás ninguna fea y negativa, porque le faltaba el otro ojo. Esa era la razón de su felicidad.

 

Asombrado el viajero continuó su viaje. Casi se le había olvidado la historia de aquel hombre feliz, cuando llego a otra aldea donde de nuevo le contaron que existía un hombre feliz. Como la vez anterior, el viajero llegó ante él y le preguntó como logró la felicidad. El hombre le explicó que solo oía por un oído, sin embargo por ese oído solo escuchaba alegría, paz y sosiego. Por eso era feliz.

 

El viajero continuó su viaje igual de asombrado que la primera vez. Por mas vueltas que le daba, no acababa de entender. Y así se resignó a ser un hombre medio feliz, por ver por los dos ojos y oír por los dos oídos.

 

En una ocasión, el viajero contaba esta historia en una lejana aldea. En el silencio de todos, cuando acabó su relato, un niño de apenas 4 años exclamó:

 

-Pues que tonto, porque yo hubiera sido el doble de feliz.